domingo, 13 de julio de 2014

Tragedia en el Eiger (1936) - Toni Kurz y Andreas Hinterstoißer

¿Por cuál empezar y por qué? Esas han sido mis cuestiones pero al final, pude decidirme.
Toni Kurz, probablemente un gran desconocido para todo el mundo, no logró grandes cimas, ya que no dispuso del tiempo suficiente, debido a su temprana muerte con 23 años.

Este montañero alemán nació un 22 de enero de 1913 en  Berchtesgaden (Baviera), y se dedicó a escalar montañas en los Alpes, sobre todo en la región de Berchtesgaden, junto a su amigo de la infancia, Andreas Hinterstoißer, nacido el 3 de octubre de 1914 en Bad Reichenhall (Baviera).

                                             Toni Kurz                        Andreas Hinterstoißer



Entre 1934 y 1936 fueron los primeros en lograr las rutas de gran dificultad allí presentes, pero querían más.
El 18 de julio de 1936, justo cuando empezaba la guerra civil en España, ellos comenzaron a encarar la cara norte (Nordwand) del Eiger, conocida como "la cara de la muerte" (Mordwand, aprovechando el juego de palabras alemán). Esta era la última norte sin conquistar en los Alpes y todos los que lo habían intentado, fallecieron, llegándose incluso a prohibir su ascenso en varias ocasiones.

Cara norte del Eiger

Ese mismo día, había otra cordada en la pared, la de los alpinistas austríacos Willi Angerer y Eduard Reiner, aunque ambas cordadas avanzaban de forma independiente.
Eso fue así hasta que llegaron a un paso de travesía en horizontal, lo que parecía el paso clave de la pared, donde Hinterstoißer, el mejor escalador de los cuatro, logró atravesarla (hoy en día es conocida como la travesía Hinterstoißer). La cordada alemana dejó a la austríaca que emplearan su cuerda para pasar de forma segura la travesía y a partir de ahí, fueron todos juntos. Retiraron la cuerda y avanzaron por el primer nevero, donde una avalancha de rocas hería a Angerer en la cabeza.


Eddy Reiner y Willi Angerer

Aún así continuaron hasta casi anocher, cuando decidieron realizar el primer vivac, y a la mañana siguiente, prosiguieron con el ascenso. Sin embargo, debido al lesionado Angerer, el grupo avanzó lentamente, atravesaron el segundo nevero y cuando anochecía pararon para vivaquear en la zona denominada como “el vivac de la muerte” debido al fallecimiento de dos alpinistas allí mismo mientras hacían vivac, apenas un año antes.

Al día siguiente, tanto Kurz como Hinterstoißer comenzaron avanzando a un ritmo más alto del que la pareja austríaca se podía permitir. Angerer estaba muy mal y pidieron ayuda a los dos de cabeza. En ese momento, a pesar de que sabían que tenían una gran oportunidad para alcanzar la cima si seguían avanzando, Kurz y Hinterstoißer prefirieron darse la vuelta y ayudar a Reiner con el herido.
Mientras emprendían el regreso, el tiempo empeoraba, y tras todo el día descendiendo, tuvieron que parar una vez más a vivaquear.

Via Heckmair. Abierta en 1938 por los alpinistas Harrer, Kasparek, Vörg y el propio Heckmair, líder del grupo.

A la mañana siguiente, reemprendieron la bajada. Llegaron hasta la travesía Hinterstoißer, pero esta vez no la pudieron superar. La roca se había helado y era imposible pasar sobre ella. Hinterstoißer estuvo varias horas intentándolo hasta que se dio cuenta de que deberían haber dejado una cuerda fija. Ahora debía volver con sus compañeros y rapelar desde allí.
La tormenta estaba ya sobre ellos y debían comenzar a descender la pared vertical sobre la que estaban. Dicha pared sobresalía en su tramo final de la montaña, por lo que no sería fácil alcanzar la cornisa que les llevaría hasta una entrada al ferrocarril que atraviesa la montaña.
Tenían 900m de caída hasta el valle, así que nada podía fallar. Con la niebla a su alrededor y expuestos a las avalanchas, comenzaron el rápel. Primero Hinterstoißer, luego el herido Angerer, en tercer lugar Kurz y por último Reiner.
Parece ser que un guarda del ferrocarril se acercó a la cornisa y pudo hablar con ellos. “Todo está bien” le dijeron los alpinistas. Debió ser moralizante saber que no estaban solos.

Llegando al final, y preparando el último rápel, Hinterstoißer se soltó de la cuerda. En esos instantes, cayó sobre ellos una serie de avalanchas.
Hinterstoißer desapareció con ella y su cuerpo se recuperó más tarde a los pies de la pared. Angerer y Kurz, fueron arrastardos pared abajo, pero debido a la reunión donde Reiner actuaba contrapeso, se detuvieron. Sin embargo, Angerer se golpeó la cabeza contra la pared y probablemente murió en ese momento. Kurz quedó colgando entre los austríacos sin daños graves, y Reiner, debido al peso de los dos hombres que sujetaba, se empotró con un pitón de la reunión y probablemente se destrozó el diafragma con la cuerda, asfixiándose.  

Kurz, el único con vida, empezó a pedir ayuda y por suerte, el mismo guardia con el que hablaron anteriormente, lo escuchó y volvió con un grupo de guías para salvarlo. Pero al contactar con Kurz, le dijeron que debido al tiempo y a que estaba anocheciendo, debía esperar a la mañana siguiente.

Y así fue. Increíblemente sobrevivió colgando toda la noche, pero una de sus manos, de la que había perdido el guante, se le congeló. Al llegar los guías, le dijeron que no podían subir hasta él y le dieron instrucciones. Debía soltar a su compañero Angerer, que aún colgaba debajo suyo. Remontar la cuerda, deshilacharla y unir unos hilos con otros para aumentar la longitud de la cuerda y que pudiese llegar al grupo de rescate, 45 metros abajo.

Lo hizo, con tan solo una mano, y los guías amarraron a ella pitones para asegurar la reunión, a parte de una cuerda de 30 metros nueva por la que podría rapelar. Al notar que la cuerda no era lo suficientemente larga, los guías anudaron otra a ella.

Cuando Kurz preparó la reunión, se puso un mosquetón y comenzó a descender usando un nudo dinámico. A 15 metros del suelo, el mosquetón topó con el nudo que unía las cuerdas.
Intentó desesperadamente hacer que el mosquetón pasase por él, pidió ayuda a los guías, quienes no podían hacer nada desde abajo, hasta que finalmente les dijo: “Ya no puedo más”.

Cuerpo sin vida de Toni Kurz, apenas a unos metros de sus rescatadores

El 22 de julio de 1936, el cuerpo sin vida de Toni Kurz quedó colgando ante la mirada de los guías. No fue hasta un par de días más tarde cuando otros guías alemanes pudieron recuperar su cuerpo.

Tres de los guías que trataron de rescatar a Toni Kurz: Hans Schlunegger, Arnold Glatthard y Adolf Rubi

Debido a esta tragedia, se prohibió la escalada de la cara norte del Eiger, aunque la restricción  tan sólo duró cuatro meses. 



*Nótese que el título de esta entrada bien habría podido ser uno más genérico, sin embargo, apenas hay información de Willi Angerer y Eduard Reiner de antes de este intento a la cara norte del Eiger.


*Hay literatura relacionada a este episodio muy recomendable, como el libro “La Araña Blanca (The White Spider)” de Heinrich Harrer y documentales como el de “La Llamada del Silencio  (The Beckoning Silence)” de Joe Simpson.

7 comentarios:

  1. Buena crónica compañero. Existe un libro, practicamente descatalogado que se llama Eiger, la pared trágica de Arthur Roth Editorial Grijalbo 1985; muy bueno en el que se cuentan todas las batallas en esa pared hasta 1977, otro libro interesante es de Daniel Anker, Eiger la arena vertical, este publicado por Desnivel.

    Enhorabuena y a seguir.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por leerlo e incluso aportar más información :)

      Eliminar
  2. Gracias por la información, super interesante, Saludos!

    ResponderEliminar
  3. Gracias por la información, super interesante, Saludos!

    ResponderEliminar
  4. INCREÍBLE HISTORIA Y QUE POCO SE SABE DE AQUELLO PERO ES UNA DE ESAS QUE HAY QUE CONTAR. UNA EXPERIENCIA DE VIDA Y MUERTE LITERALMENTE PERO QUE ENSEÑA

    ResponderEliminar
  5. Esta historia es triste pero que gratificante saber que aun estando cerca de lograr la cumbre del northface tony y andreas regresaron para ayudar a
    los otros. Humanismo ante todo.

    ResponderEliminar
  6. Soy Alpinista siempre me han fascinado los Picos, cuando era pequeño un persona me comentó la desgracia de Toni Juez y otros Alpinistas, aunque fué más tarde con 17- 18 años, cuando me di realmente cuenta del dramático final de Toni Kurz, he de decir que aún en ocasiones cuando le recuerdo se me saltan las lágrimas. Me impactó muchísimo.No quiero cuestionar a los Guías que le dejaron allí toda la noche, pero yo por mi carácter hubiese arriesgado mi vida por rescatarlo

    ResponderEliminar